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Al fin y al cabo, al hacer las mochilas para la vuelta se siente la misma ansiedad que hacerlas al partir. Después de este tiempo se empieza a extrañar (ojo, muy muy poquito igual), y pican los aguijones de la melancolía y los alacranes de la alegría a la vez. Hoy por hoy el sonido hidráulico de un colectivo es tan lejano y misterioso (pongamosle) como el Machu Pichu antes de conocerlo (...). Si bien basta un solo día para asombrarse y artarse a la vez de la ciudad, la idea de ahora en mas será ser un poco mas habilidoso y no resbalar en la baba de la rutina. Como en una balanza, todo lo que se deja es mucho, pero a lo que se vuelve también. Y lo importante no es estar de un lado o del otro, si no saltar de aquí a allá tantas veces como se pueda. Así que eso. Que alguien se tome la molestia de poner la pava. Que queremos con ansia que el invierno nos castigue y en una de esas hasta lleguemos para hacer un muñeco de nieve.
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3 comentarios:
panchooooooo, avisá cuando llegues!!!!
Aguu contentos todos de q vuelvas... te extrañamos mucho... te mandamos besos y te esperamos con los brazos abiertos y la paga en el fuego
Que alguien tire los huevos el viernes!
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